viernes, 28 de septiembre de 2007

Yo soy también mi lado quemado.

Chispa que inicias una reacción en cadena,
vida incipiente con un destino: morir,
con un vaivén de movimientos de cadera
se prende un fósforo de cabeza carmesí.
Es todo ignición, como avanza poderoso
el crecimiento del nonato y aun nacido
sigue andando el fuego avante presuroso
no cabe parar un poder tan expansivo.
Juventud brillante, anhelante de sueños,
tu fuego es el más colorido y elevado
porque encierra infinitos proyectos,
los que sí y los que no serán realizados.
Ay de cuando ha ardido más de la mitad
de la cerilla. Ved como el elemento etéreo
se elonga y se achata, abarca el suelo
y pierde el arte de ganar altura y volar.
La madera ya quemada se retuerce ennegrecida,
pasado humeante que se nos va y sólo queda
complacernos en el olor de nuestras ruinas,
lo que pudo ser y no fue y lo que fue de veras.
Ya la llama casi extinguida, medio dedo
de madera de cedro aún por consumir
quizás deje de arder por desconsuelo
o quizás se aferre al mismo fuego, a sí.

Os digo que he visto arder muchos fósforos
y algunos no llegan hasta el final.

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